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martes, 30 de noviembre de 2010

¿Por qué no nos salimos del euro?

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Si hay algo que generalmente me saca de quicio son las limitaciones innecesarias y, a veces, autoimpuestas. Aquello del "es que siempre se ha hecho así" o "es la única opción"... siempre hay otra(s) opción(es). Siempre.

Con ésta nuestra última crisis que estamos padeciendo ocurre algo similar, desde mi punto de vista. Parece que estamos confinados en un mundo regido por las leyes del capitalismo ortodoxo en el que nos ha ido razonablemente bien en los últimos digamos treinta o cuarenta años; parece que nos negamos a asomar la cabeza y buscar otras opciones. Estamos aferrados a un pasado que se ha ido... seguramente para no volver. Es lo que suele ocurrir cuando confiamos la salida de esta situación a los mismos que la han creado...

Y uno de los puntos de anclaje a los que parece que nos estamos aferrando es la llamada "política monetaria común"... el euro, vamos. Ya, ya sé que una política monetaria común es más que una moneda única... o debería serlo.

Lo cierto es que tengo mis dudas que mantenernos dentro de este sistema a medio hacer que hemos llamado Unión Europea sea la opción más interesante ahora mismo. Pensando egoístamente, hemos sacado bastante de Europa: esos famosos fondos de cohesión nos han servido para realizar inversiones locales que nos han ayudado a elevar nuestro nivel de vida a niveles próximos a los de los países más desarrollados de nuestro área. Bien. Pero ahora vemos que, en momentos de dificultad, gran parte de los ataques financieros que estamos sufriendo provienen de esos mismos países que hace años nos estaban ayudando (Alemania e Inglaterra, fundamentalmente).

En aquel momento les interesaba ayudarnos para equilibrar la situación de la zona (evitando la emigración de inversiones y la inmigración de trabajadores hacia o desde sus propios paises). Ahora les interesa atacarnos para que no les ataquen a ellos seguramente, y también para sacar tajada, claro. Todo lo que sube, baja. Pura ley de la conservación de la energía, vamos.

Mi pregunta es, ¿por qué tenemos que dejarnos? Si en su momento nos interesó estar en Europa, participando de su política monetaria, genial. Si ahora nos interesa abandonarla para poder defendernos (por ejemplo, devaluando nuestra propia moneda para mantener al menos el equilibrio interno), deberíamos hacerlo sin complejos. No le debemos nada, señora Merkel; no le debemos nada, señor Sarkozy.

Creo que esta unión europea que hemos decidido dejar a medio construir es como una casa en cimientos. No tiene paredes, ni ventanas, ni aislamientos... nos permite resguardarnos de la lluvia, en tanto no haga mucho viento y las goteras no calen. Si fuéramos un único estado, con conciencia compartida de tal (como ocurre en los USA), no nos estaríamos atacando entre nosotros como está ocurriendo; si fuéramos un mero mercado común (como ocurre en Sudamérica) podríamos defendernos en caso de ataques... tal y como estamos, no tenemos ni lo uno ni lo otro. Estamos presos de nuestro propio fracaso o nuestra propia indecisión al construir Europa.

Seguramente si algún economista lee esto, encontrará un montón de inconvenientes y pensará que soy medio lelo siquiera por ocurrírseme tamaña estupidez. Tal vez acierte, y tal vez no (lo cierto es que los economistas últimamente no son muy de fiar, en cuanto a previsiones), pero lo que está claro es que no avanzar hacia ningún lado es la peor de las soluciones. Y estaríamos empatados: yo también pienso que los economistas se han vuelto lelos.

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viernes, 26 de noviembre de 2010

Nacionalismos, exclusiones y elecciones autonómicas

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Estamos viviendo estos días la campaña electoral catalana, y, a pesar de lo poco que dura, ya nos han llegado algunas perlas para la posteridad, dejadas por nuestros afamados y brillantes políticos. Era inevitable... unas elecciones como estas, donde todos los partidos se vuelven nacionalistas (de verdad o de mentira, a favor de una u otra nación), terminan convirtiéndose en un altavoz para las diferencias, para los agravios comparativos.

Está claro que en estos tiempos nos sobran conflictos, internos o externos, nos sobran también motivos de preocupación, global o individual, y no necesitamos que se generen problemas artificiales, buscados para diferenciar unas opciones políticas de otras. Y es que en momentos donde el pensamiento es casi, casi único (curioso... es el sueño de todos los dictadores), hay que buscar diferencias en los temas más locales, más ínfimos, más insignificantes...

Pues nada... unas buenas elecciones, no generales para reducirles el impacto real y poder quedarnos sólo con el conflicto jugándonos bien poco en la batalla (perdón por la jerga bélica).

Si hace algún tiempo ironicé con la importancia real que tuvo (tiene) para el país el tan traído y llevado estatuto catalán, reconozco que las elecciones, al menos teóricamente, deberían ser otra cosa. Deberían ser la concrección de la soberanía popular, la materialización de la democracia... deberían ser una fiesta popular, que terminara con un puñado de representantes honestos y comprometidos ahogados en trabajo y problemas durante cuatro años.

Vale, vale... dejad de reiros... lamentablemente, todos sabemos que esto no es así. Ya es bastante grave que en unas elecciones generales sólo haya dos opciones viables... aún más grave que ambas opciones cada vez se parezcan más. Pero lo peor de todo, es que en unas autonómicas, donde hay generalmente tres o cuatro opciones políticas supuestamente diferentes, al final, las discusiones se centren en ver quién es más catalán (léase vasco, andaluz...) que los demás, quién se diferencia más del resto de comunidades, aunque sea a base de decir gilipolleces.

Porque no olvidemos que, aunque nos pese, de gilipollas está la política llena.

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miércoles, 24 de noviembre de 2010

New York, New York

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Como os contaba hace poco hablando de "la madre de todas las ciudades", he pasado unos días recientemente en New York. Prometí publicar algunas fotos y ya he conseguido tiempo para seleccionarlas, retocarlas, y subir las que me parecen más interesantes.

Una curiosidad: uno de los caprichos que me di allí fue comprar un GPS para la cámara, por lo que casi todas están georeferenciadas (podéis localizarlas en el propio Flickr, en el enlace que os lleva al mapa). Es un accesorio realmente interesante, que os recomiendo, si os gusta tomar fotos en los viajes. Sale un pelín caro, pero creo que merece la pena (nunca más tendréis que pensar aquello de "dónde demonios habré tomado yo esta foto").

Aquí tenéis el enlace al álbum de Flickr que he llamado New York 2010, y debajo tres de ellas a modo de muestra... espero que os gusten.




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martes, 23 de noviembre de 2010

¿Viva el individualismo?

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Hace algún tiempo que no escribo ningún post sobre gestión, y me volví a acordar del tema al leer hace unos días, no recuerdo dónde (a mi edad esto comienza a ser casi normal), un artículo sobre el individualismo en el trabajo, como alternativa válida para algunas personas frente a la corriente dominante hoy en día que potencia siempre el trabajo en equipo. Lo cierto es que me la idea ha hecho pensar un poco sobre la forma en la que el concepto equipo parece estar sobrevalorado en algunos casos.

Por el tipo de trabajo que desarrollo, lo cierto es que hasta el momento siempre he entendido que pertenecer / dirigir un equipo era la mejor solución para llevarlo a cabo. Sin embargo, últimamente estoy trabajando relativamente cerca de personas que no tienen esa cultura del equipo y la colaboración tan arraigada. Inicialmente me chocó, incluso entendí que se estaban equivocando, pero tal vez no sea así.

Es cierto que el equipo te aporta cosas a nivel individual; consigues conocimientos y experiencias de los otros que te enriquecen como profesional (y viceversa, claro). Es también cierto que el resultado de un equipo va más allá de la suma de resultados individuales, generalmente. Pero también es igual de cierto que un equipo siempre cuenta con algún "lastre" sin el cual funcionaría mejor y ofrecería mejores resultados... y, por mucho que se optimice su funcionamiento, siempre alguien ocupará el último lugar. ¿Quién no ha pensado alguna vez aquello de "yo esto lo haría mejor solo"?

Por otro lado, hay trabajos donde el individualismo es inevitable. Me refiero sobre todo a aquellos roles que cuentan con elevados niveles de competitividad, como, por ejemplo, la labor comercial. No soy un experto en el ámbito comercial, pero lo que puedo percibir es que, si bien es posible que roles no comerciales trabajen más o menos en equipo con roles comerciales, éstos nunca comparten suficientemente el conocimiento entre ellos como para poder formar equipo (me refiero a un equipo puramente comercial).

Lo cierto es que estamos viviendo un alza de los valores, digamos, "sociales", con la explosión (no sé si necesaria o útil) de las redes sociales en Internet, en detrimento de la individualidad, no sólo como valor personal sino también profesional. Parece que el hecho de querer (o tener que) trabajar solo, sin compañeros pero también sin competencia interna, es un punto negativo casi para cualquier proceso de selección. Parece que hoy a todo el mundo se le exige que sepa y, más aún, quiera, trabajar en equipo.

Y, sin embargo, cualquier profesional que despunte por encima del resto lo hace debido a su trabajo individual, y no a su compromiso dentro de un equipo. Está claro que Steve Jobs o Bill Gates, por poner sólo dos ejemplos paradigmáticos, no llegaron a donde están gracias a su capacidad de trabajo en equipo... ¿Son Messi o Cristiano Ronaldo jugadores de equipo? ¿O tienen a un equipo que juega para ellos?

Dejo este post inconcluso a propósito, porque lo cierto es que no tengo (no sé siquiera si existe) una solución. Entieno que cada caso es diferente, pero sí abogo por reconocer el trabajo individual como un valor positivo... eso sí, individual no significa aislado.

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martes, 16 de noviembre de 2010

¿Por qué no nos damos de baja de internet?

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Estaba leyendo algunos comentarios de este post sobre los desmanes que andan preparando desde ese engendro llamado Coalición de Creadores (¿creadores de qué? ¿de ruido? ¿de problemas?) y me he topado con la idea de "darse de baja de internet". El tema, así aislado, parece un tanto absurdo... teniendo en cuenta que quienes utilizamos la red de manera habitual (no me gusta demasiado la palabra "internauta") cada vez la usamos más y cada vez le sacamos más partido (de ahí algunos de los problemas que están apareciendo con las operadoras y la neutralidad de la red). No le veo demasiada gracia, a priori, a perder algo de lo que disfruto, simplemente como medida de reacción a cambios que no comparto.

Por otro lado, esta idea acaba de mezclárseme con otra a la que ando dando vueltas desde la (fallida) huelga general, y es que debemos emprender la búsqueda de otras formas de protesta más adecuadas a los tiempos que vivimos. Una de esas formas alternativas de protesta podría ser, precisamente, prescindir de aquellos servicios cuya evolución no vaya acorde a nuestras ideas, gustos o pretensiones. Otro ejemplo en esta línea es la idea que expuse hace ya algún tiempo, sobre la posibilidad de sacar nuestro dinero de los bancos y guardarlo bajo el colchón.

Obviamente, estamos hablando de cosas diferentes. Si yo saco el dinero del banco y lo guardo en casa (o en una caja de seguridad), simplemente estoy negándole al banco la posibilidad de rentabilizar ese (mi) dinero, a costa de perder los (miserables) intereses que me pueda proporcionar. Pero sigo conservando el dinero y la posibilidad de utilizarlo, aunque es cierto que se irá devaluando con el paso del tiempo.

Sin embargo, renunciando al uso de internet estaría renunciando a un servicio que considero básico en mi vida diara. Renunciaría a la posibilidad de comunicarme con algunas personas a través del email, incluso a través de este blog. Renunciaría a estar informado diariamente, a acceder a contenidos de manera gratuita. Renunciaría a cosas a las que no quiero renunciar...

Incluso aunque el movimiento fuese razonablemente mayoritario dudo que consiguiera tener un efecto significativo, ya que al final sería temporal. Una vez que has probado a estar conectado, ya no puedes  vivir sin ello.

Sí que creo, sin embargo, que puede ser una medida válida si la focalizamos contra un operador concreto (no diré cuál... cada uno que elija el suyo). Una movilización de bajas masivas de un operador, aunque sea temporal, puede generar un daño financiero siginificativo y forzarle a revisar algunas de sus estrategias; podría forzar a Telefónica a revisar sus precios, a Vodafone y Orange a proveer un servicio de más calidad (tanto de red como de atención al cliente, por ejemplo), etc. Recordemos que las portabilidades son gratuitas para el cliente, pero no para el operador, ya que le generan un coste interno de gestión significativo; además, el regulador obliga a cumplir unos plazos de ejecución de la portabilidad que estoy seguro se incumplirían en caso de solicitudes masivas, lo que podría dar lugar a denuncias, idemnizaciones... posiblemente llevaría incluso al despido de algunos ejecutivos del sector, lo cual siempre es una buena noticia (aunque el efecto final en dichos personajes no sea más que hacerles pasar un mal rato).

Pese a que pueda parecer que somos cautivos de algunas empresas, creo sinceramente que tenemos posibilidades de revertir (o simplemente controlar) esta situación; aunque tengo la impresión de que, como sociedad, nos estamos volviendo excesivamente pacientes con los abusos que nos toca aguantar desde estas grandes corporaciones. Vuelvo a insistir desde este blog en la necesidad de abrir un debate social para encontrar nuevas formas de protesta efectivas contra quienes realmente están atentando contra la sociedad del bienestar: banqueros y grandes corporaciones.

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jueves, 11 de noviembre de 2010

Fobias: todos tenemos alguna...

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Hace poco pasaron por tv un anuncio de un coche que decía algo parecido al título de este post. Me dió la idea para revisar algunas de las mías:


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