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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Año viejo, año nuevo

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En estos días tan propicios para las recapitulaciones, revisiones y recopilaciones, parece inevitable volver la vista atrás y echar una ojeada a lo que ocurrió durante los últimos meses (no seré tan pretencioso como para hablar de la última década). Ya que lo hacen en todas las televisiones, radios, periódicos, blogs, no he querido faltar a esta cita recurrente y, por qué no, un tanto tópica.

No seguiré ningún orden lógico o preestablecido (ni temporal, ni de importancia), sino que iré repasando cosas ocurridas más o menos recientemente (según la escala de cada cual). Y lo primero que me viene a la mente es el cambio de rumbo político habido en el seno del gobierno de esta gran nación, que pasó, casi sin solución de continuidad, de defender una política social basada en la inversión pública, a otra de recortes y ahorros... y todo por satisfacer a unos señores a los que nadie conoce, que controlan algo, que nadie sabe muy bien qué es, llamado "los mercados".

En la misma línea, recuerdo también que alguien convocó una huelga general que casi nadie siguió... y nadie convocó una serie de ciberataques contra ciertas webs, que tuvieron bastante seguimiento. Cosas del mundo 2.0 en que nos está tocando vivir... Mucha gente asociamos ambos hechos, pedimos reflexiones, pero nadie de los que realmente importan (mandan, quiero decir) parece haber escuchado.

Cambiando un poco de tema, éste fue el año del hecho sin duda más trascendente de la historia reciente de España: ganamos el mundial de fútbol. Un hecho insólito, único hasta el momento, que aportó el beneficio de distraer y a la vez unir, por una vez en la celebración (y no en la reivindicación como suele ser habitual), a todo un país; que trajo también una exaltación de la bandera como no habíamos visto en los últimos cuarenta años, con la diferencia de que esta vez surgió de abajo a arriba y no al revés. Siguiendo con el deporte, Nadal ganó casi todo lo que se propuso ganar, Contador también y Eufemiano Fuentes lo mismo.

También recuerdo que Garzón perdió, que Grecia se hundió, que BP pintó de negro un buen trozo de la costa de los USA ante la inacción general, que una panda de controladores bloquearon un país, que Euskadi sigue con un Lehendakari no nacionalista, que le dieron el premio Nobel de literatura a Vargas Llosa, que Wikileaks nos contó lo que los americanos piensan de nosotros, y que por fin viajé a NYC y cambié mi tele.

Por otro lado, Iraq y Afganistán siguen llenos de mierda (mierda americana, para más señas), Haití también (aunque aquí la mierda está más repartida), ETA no desapareció (al menos hasta hoy), la TDT se ve peor que la tv analógica, no enderezamos la economía ni a los bancos, no bajó el paro, no retrasaron la edad de jubilación (aún), no se rompió España (Ceuta y Melilla siguen siendo ciudades españolas y Gibraltar, inglés), Google no se compró el mundo, la Pantoja no entró en la cárcel y no se murieron ni Jorge Javier Vázquez, ni Aznar, ni Castro, ni Bush, ni Teddy Bautista.

Por último, y sin duda también menos importante, para evitar terminar con un regustillo amargo, recuerdo que 2010 fue el año en que comencé este blog.

Sed buenos el año que viene... o no.

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martes, 28 de diciembre de 2010

Descartes... (II)

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Continúo en este post la lista de cosas de las que (ahora) no me apetece escribir...


  • La navidad, con minúscula y en general (porque ya se encarga El Corte Inglés)
  • Las "dos Coreas" y hierbas similares (porque el tema apesta, desde hace años ya)
  • La falta de lluvia (porque odio la lluvia, y además, ha vuelto)
  • Hawking, el Papa y dios (porque quien duda, otorga)
  • Los eurodiputados (porque son aún más vagos y tramposos que los nuestros)
  • Neira (porque nadie se acuerda ya de este borracho peligroso, fanático peligroso y cínico peligroso)
  • Telefónica y su servicio ADSL (pero creo que acabaré escribiendo sobre ello...)
  • Los community managers (porque aún no entiendo qué aportan)
  • Microsoft (¿pero alguien se acuerda todavía de que existe Microsoft?)
  • Orange (qué pereza...)
  • El cierre del año (porque me estresa)
  • Los posibles nuevos impuestos a los ricos (por necesario e indiscutible)
  • La selección española de fútbol (porque más dura será la caída... desgraciadamente)
  • El tono de los yankis con el resto del mundo (porque Wikileaks lo hace mejor)
  • Los dichosos controladores (porque ya he hablado bastante, y me resulta cansino)
  • Álex de la Iglesia (porque creo que no está donde el cuerpo le pide estar)
  • Alejandro Sanz y Miguel Bosé (porque hablan desde lejos)
  • Los curas (porque ya bastante hablan ellos)
  • Fernando Alonso (porque aún no se me ha pasado la decepción... como a él, supongo)


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jueves, 23 de diciembre de 2010

(De)cenas de navidad

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He estado estos últimos días buscando un tema más o menos relacionado con la navidad, para celebrar de alguna manera estas mis "vacaciones de invierno". Como soy de natural descreído, por supuesto obviaré el significado católico de las mismas... así que, si renuncio a lo evidente, debo buscar otro tema... algo que caracterice como casi ninguna otra cosa, "estas fechas tan señaladas"... ¿el árbol de navidad? ¿Santa Claus? ¿la lotería? ¿la iluminación callejera? ¿El Corte Inglés? no... aún mejor... ¡¡las cenas de navidad!!

Y es que pocos eventos marcan en la empresa tanto la navidad como la típica cena (copa si tienes suerte y comida si tienes mucha, mucha suerte) con tus compañeros de trabajo, tus proveedores, tus clientes, tus jefes... Prácticamente desde que comencé a trabajar tuve la ocasión o la obligación (según el caso) de asistir a estos eventos... y digo "tuve la ocasión" porque también es cierto que muchas veces conseguí escaquearme (además de descreído con la religión también lo soy con los actos de "team building" no deseados). He de reconocer que me molestaba tener que renunciar a unas valiosas horas de vida personal por un acto / evento que en casi nada repercutía en mi vida laboral real; siempre proponía hacerlo a la hora de la comida, no siempre con éxito. ¿A alguien le aporta realmente ver a su jefe y/o compañeros con más alcohol en sangre del legal para conducir? A mi, no...

Y, cuando tuve mucha suerte, conseguí asistir sólo a comidas... pero, claro, aquí como siempre, en la moderación está la virtud. Reconozco que sí me gusta salir a comer a buenos restaurantes, y trataba de aprovechar esta oportunidad... pero tres o cuatro "comilonas" en una semana son demasiadas incluso para mi. Y es cierto lo que dice el saber popular: lo poco gusta, lo mucho cansa.

Eso por no hablar de los restaurantes que se aprovechan del exceso de demanda (bueno, estos dos últimos años, se nota que menos) para darte una comida infame a cambio de un precio abusivo...  ¿por qué tengo que cerrar un menú previamente para una comida de seis o siete personas cuando en cualquier otra fecha comeríamos simplemente a la carta, por el mismo precio?

Lo cierto es que ahora que tengo la responsabilidad de organizar o no la comida (nunca cena) de mi equipo, me apetece hacerlo. Además, creo que en los dos últimos años ha salido bastante bien... comemos todos juntos, muy cerca del trabajo, un viernes para no tener que volver después "al tajo", y paga la empresa. Como el ambiente es bueno y parece que nos lo pasamos razonablemente bien, mientras pueda, seguiré organizándolo igual... un rato (corto) tranquilo, con la idea de charlar un poco e irnos luego a seguir con nuestras vidas.

Un abrazo a todos los que os pasáis por este blog, y que tengáis sólo cenas o comidas agradables, deseadas, digestivas, y no demasiado largas. ¡¡ Buenas vacaciones !!

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martes, 21 de diciembre de 2010

Mentiras y gordas (o la otra Sinde)

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Imagino que la mayoría de vosotros no habréis visto la peli del mismo título que este post. Reconozco que estuve a punto de hacerlo pero, al final, después de echarle una ojeada por encima, desistí... y eso que aún no sabía quién es una de las co-guionistas...

Sí amigos... os invito a visitar su ficha IMDB... no os equivocáis... la mismísima "menestra" de cultura, doña Ángeles Gonzalez Sinde... pero, ¿en manos de quién tenemos el país? (pregunta retórica, pero os invito a intentar responderla...). Picado por la curiosidad, continué buscando más obras maestras fruto de tan lúcida e inestimablemente valiosa mente, y encontré su currículo en también en IMDB. Bueno, pues tampoco está tan mal... ha participado en dos o tres películas de cierto renombre, la más exitosa, sin duda, La Buena Estrella.

Y de aquí he saltado casi sin darme cuenta a la reflexión de ¿por qué una persona que, más o menos, parece ir ganándose la vida en un negocio digno, se presta a la pantomima de dar su nombre (su apellido) a una ley tan ingrata, impopular e inútil como la ley anti descargas? Es de entender que, como parte de un negocio implicado en una de las mayores polémicas sociales de nuestros días, quiera tomar parte... y lo haga a favor de quienes hasta ahora le han ido dando de comer.

Pero esta señora apenas tiene 40 años, y, sin duda, tendrá una carrera como ministra más bien corta... ¿qué pasará cuando vuelva a su antigua profesión, pero contando con la oposición del público que debería generar los ingresos que le sustenten? ¿vamos a tener en cuenta si pagar una entrada para una peli en la que participe esta señora dentro de cinco años, quienes estamos en contra de limitar el intercambio de bienes en red sin ánimo de lucro?

En este blog he escrito varias veces sobre el tema del intercambio en red, sobre todo hablando del intercambio de libros y, algo menos, de música. En ambos casos, un usuario normal, no implicado en dichas empresas como soy yo, puede tener una visión relativa de lo que está pasando pero, cuando le dicen cómo menguan esos negocios, no tiene más remedio que creérselo. Sin embargo, aún voy al cine de vez en cuando, porque considero que es una buena experiencia, que aún no puedo reproducir totalmente en casa, y por la que merece la pena seguir pagando. Y veo lo que cuestan las entradas, y cuánta gente va al cine... y cuántas pelis se siguen realizando al año (incluso en España, a pesar de lo que digan). Y eso que estamos en crisis... hace dos semanas fui al cine con mi hijo, a ver una peli en 3D; pagamos 18€ por las entradas, más la bebida y las chuches. No está mal...

Claro que ya poca gente compra DVDs o Blurays (señores, cuestan más de 25€ cada uno, y una peli no se ve dos veces a la semana... eso la que te gusta). Apenas quedan ya video clubs (físicos, casi ninguno y virtuales, comienzan a aparecer alguno con dudoso éxito). Y el motivo, sin duda, es que mucha gente se descarga las pelis en 1080p, pero... ¿realmente la industria del cine está en peligro por las descargas ilegales? Sinceramente, creo que la situación de este negocio tiene poco que ver con los otros dos (libros y música); los actores reciben gran parte de sus ingresos de otros medios, la publicidad está muy bien integrada en las películas, existe el negocio paralelo de la televisión para prácticamente todo el espectro de profesionales... en definitiva, parece que están encontrando una forma de sobrevivir y adaptarse en lugar de, simplemente, llorar.

Creo que doña Ángeles se ha equivocado, sinceramente. Creo que ha dejado que la pongan como cara visible de una serie de medidas orientadas exclusivamente a pagar el apoyo de un sector cultural a ZP en las últimas elecciones. Creo que está cargando con la mala imagen heredada de las sociedades de gestión de derechos... y todo ello viniendo de una profesión ni mucho menos tan impactada por este debate como la musical o la editorial (¿Teddy Bautista for president?).

En este momento acabo de leer que la ley Sinde ha fracasado en el Congreso. Lo celebro. Por lo que léi sobre ella, creo que era una mala solución para un problema muy complejo, que no puede resolverse (exclusivamente) con represión. Cerrar webs no es la solución... la solución pasa por, entre todos, conseguir que dichas webs no sean necesarias.

Quiero cultura en formato digital y a precios asequibles. Quiero que se invierta en desarrollo y no en represión.

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viernes, 17 de diciembre de 2010

¿El cliente en el centro? Y un cuerno !!!

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Acabo de leer algunas desventuras sufridas por un usuario con una operadora de telecomunicaciones a través de su servicio de atención al cliente, y me han venido a la cabeza cosas relativas a CRM (Customer Relationship Management) con las que trabajé hace tiempo.

Obviamente, todos sabemos que el problema de la relación de una (gran) empresa con el cliente no es un problema exclusivo de las operadoras de teleco, ni de los departamentos de teleatención al cliente. Da igual el nombre de la empresa o el sector en el que opere porque el problema, por desgracia, está mucho más extendido y afecta a la orientación profunda de sus negocios.

El caso es que cuando trabajas en esas cuestiones, te encuentras con que la teoría indiscutible hoy en día acerca de la relación de una empresa con sus clientes, te dice cosas como que el cliente debe ser siempre lo primero, o que el cliente está en el centro y todo gira a su alrededor (visión "customer centric" se llama esta paja mental), etc. Esas empresas se gastan una cantidad indecente de dinero en consultores que propagan incansablemente esa maravillosa filosofía por todos sus departamentos, cual testigos de jehová... pero, claro, tú, a la vez que trabajador, eres cliente de empresas iguales o muy parecidas, y no dejas de pensar la terrible hipocresía que subyace tras todas esas ideas. Y es que, a veces y sólo a veces, las empresas olvidan que sus trabajadores son personas...

Es cierto que hoy en día el cliente no es lo último... lo último es el trabajador, eso está claro. Pero por lo demás, antes que el cliente están los accionistas, los directivos, los bancos, algunos proveedores... hasta Hacienda cuenta más que los clientes. Porque no olvidemos que cuidar bien y mantener a un cliente es cuestión, exclusivamente, de dinero: hay que invertir en buenas ofertas (sí, las ofertas cuestan), buenos teleoperadores, buenos empleados, buenos sistemas de información, compensaciones en caso de error demostrado de la compañía y, por supuesto, un buen servicio, sea cual sea el sector (buenos terminales o redes de comunicaciones móviles, potencia estable en caso de eléctricas, seguridad y buenos tipos de interés en caso de bancos, etc). Todo ello genera clientes satisfechos...

Por contra, servicios caros ofrecidos por empleados cabreados, teleoperadores incompetentes o desinformados que atienden deshumanizadamente, generan clientes descontentos... sea cual sea la estrategia o filosofía de CRM de la empresa, y por más que los evangelizadores de Accenture o McKinsey hayan hecho estupendamente su trabajo de lavado de mente.

Y puedo aseguraros lo frustrante que resulta trabajar en esas cuestiones durante años, poniendo tu esfuerzo para desarrollar una compañía mejor, para que al final alguien decida que los ahorros obtenidos por la ganancia de eficiencia que ha traído la implantación de una filosofía CRM mejor, se van a destinar a mejorar los beneficios de la empresa en lugar de aprovecharlos como ventaja competitiva para crecer en clientes. Y es que un día alguien inventará la filosofía "accionista-centric" y todo será mucho más fácil y estará mucho más claro...

Mientras tanto, así nos va... porque ¿alguien está satisfecho, como cliente, con el servicio y el trato recibidos de una gran compañía?

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martes, 14 de diciembre de 2010

El tacto y el olor de los libros...

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Google acaba de anunciar que han abierto una librería digital que llegará a España (pobres mortales) el año que viene. Estupenda noticia. Ya tenemos tres grandes: Amazon, Apple y ahora Google. A ver si por fin el sector va entrando en razón y se generaliza la oferta, y así se evita que ocurra lo mismo que ha ocurrido con la música (por cierto, Google no tiene tienda de música... uhmmm, eso debe querer decir algo).

Más allá de que sigo opinando que la venta de libros digitales con el mismo modelo de negocio que los libros físicos tiene muy poco futuro, que el negocio se vaya moviendo y que actores como los tres que he mencionado arriba se involucren, creo que es bastante significativo. Igual de significativo que Sony se haya decidido a vender, por fin, sus ereaders en España (aunque, por cierto, el precio es bastante más alto que en los USA, a pesar de que los lectores son exactamente los mismos).

Personalmente, he de decir que tengo un ereader de Sony (modelo 300) desde hace un año aproximadamente, y la verdad es que no he vuelto a tocar un libro en papel. Me habré leído en este tiempo unos 15 ó 20 libros (ebooks), con una experiencia que, aunque mejorable (todas lo son), cuenta con muchas ventajas y muy pocos inconvenientes respecto al libro tradicional.

La mayor ventaja, sin duda, es la posibilidad de llevarte un montón de libros contigo, en un volumen y peso muy contenidos, que puedes leer en cualquier sitio sin mayores inconvenientes. Se acabó el viajar con un par de best sellers enormes y pesados en la maleta... Se trata, además, de dispositivos bastante sencillos y fiables (al menos el mío lo es), con poco margen de fallos, que es difícil que te dejen "tirado". No son cacharros con una gran madurez, lo que se nota en su, en general, pobre interfaz de usuario (aunque la nueva versión de Sony ha mejorado mucho esta faceta), pero cumplen su cometido sobradamente. Por supuesto, dejo al margen al iPad, cuyo análisis es totalmente diferente y con el que por ahora no tengo experiencia como lector de libros digitales.

Hace poco he mantenido algunas discusiones con personas que rechazan los ereaders porque, según ellos, echan de menos "el tacto y el olor de los libros". Desde el respeto y el cariño... me parece una sandez. Supongo que hay gente que echa de menos el sonido característico de los LPs e incluso de las casettes... también seguramente echarán de menos los caballos como medio habitual de transporte, las máquinas de escribir, o las pelis en VHS...

Yo creo que las ventajas de los ereaders compensan sobradamente esta visión un tanto nostálgica. Obviamente, como en cualquier problema, si una nueva solución no mejora claramente a la anterior, no tiene ninguna posibilidad de imponerse. Creo que en este caso, la nueva solución mejora a la existente.

Otro tema es cómo podemos facilitar la lectura a personas que no pueden (o no quieren) invertir 15€ en un libro. Ahora tenemos bibliotecas con las que, de manera casi gratuita, podemos leer lo que queramos; tenemos ediciones baratas que rebajan el precio del libro a casi la tercera parte; tenemos el intercambio con amigos y familiares, totalmente gratuito... o encontramos soluciones equivalentes, o tendremos que recurrir de manera masiva al intercambio en internet, como ya está empezando a ocurrir. Y luego vendrán las lamentaciones, las persecuciones, la criminalización...

Os invito a todos quienes estéis dudándolo, a realizar la inversión que supone la compra de un ereader. Creo sinceramente que merece la pena. Su manejo está al alcance de cualquiera, sea cual sea su nivel "tecnológico", y os acostumbraréis sin mayores problemas (aunque a mi a veces aún se me va el dedo a pasar la página...).

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