La idea se basa en que, en un escenario en que el precio del petróleo siga subiendo, los costes de los viajes se dispararán, volviendo a la situación de hace 50 años, cuando tomar un avión era un acto sumamente caro, reservado a una élite o a necesidades muy concretas. Esta situación conllevaría que todo el mundo desarrollara su vida en un ámbito mucho más local: comeríamos alimentos exclusivamente generados en nuestra zona y siempre "de temporada" (nada de cerezas argentinas en invierno), iríamos de vacaciones a sitios cercanos (nada de viajes de dos semanas a Vietnam) y trabajaríamos en un entorno más local (nada de viajes de ida y vuelta en el día a otra capital europea para una reunión de dos horas). Volveríamos a la vida de pueblo, de barrio.
He de decir que, si bien la idea me impresionó un tanto al leerla, cuantas más vueltas le doy, menos de acuerdo estoy con sus conclusiones... fundamentalmente por dos motivos:
- Las comunicaciones se han desarrollado enormemente en los últimos años, y el impacto del precio del petróleo en ellas es mínimo. Podríamos, pues, trabajar con colegas en el otro lado del mundo sin tener que desplazarnos... conoceríamos otros rincones del planeta sin tener que ir hasta allí. Nuestra conciencia seguiría siendo colectiva, global, aún en el hipotético caso de ver muy mermada nuestra capacidad de desplazamiento físico a largas distancias.
- El papel del petróleo como combustible principal de nuestra sociedad tiene que ir desapareciendo. Esta desaparición será tanto más acelerada cuanto más rápido suba el precio. En una situación como esa, energías que ahora no se están desarrollando porque conllevan una fuerte inversión que las hacen poco rentables (ej: hidrógeno), comenzarían a ser rentables. Además, energías que ya son rentables (eólica, solar) se desarrollarían aún más rápidamente.
Todos nos preocupamos cuando la globalización se utiliza para llevar fábricas de un sitio a otro con el fin de aprovechar costes laborales más bajos, incluso ilegales en el lugar de origen. Bueno, nos preocupamos siempre que nosotros seamos el lugar de origen, no el de destino, claro... en ese caso, estaremos encantados. Sin embargo, también es un resultado de la globalización el hecho de poder viajar frecuentemente a visitar a nuestra familia y amigos cuando el trabajo nos lleva a algún sitio más o menos lejano, evitando tener que perder nuestro puesto de trabajo.
Estoy seguro de que, con el tiempo, podremos hacer funcionar este asunto de la globalización mucho mejor; aprenderemos a sacarle más provecho y a ser más eficientes en su uso. Porque, volviendo al tema de disponer de cerezas argentinas en diciembre (o, a la inversa, que en Argentina dispongan de cerezas españolas en junio), podemos verlo como una simple frivolidad, si somos simples consumidores, pero los actores en este negocio seguramente estarán encantados del nuevo mercado que se abre ante ellos; crecerá la producción, y se generarán puestos de trabajo adicionales en toda la cadena (producción, transporte, almacenaje, distribución, venta al por menor, etc.).
Por lo que respecta a la globalización creo que deberíamos centrarnos en ver el vaso medio lleno y aprovechar los beneficios que nos trae. Eficiencia y evolución sin duda serán (son) dos conceptos claves a desarrollar en el futuro próximo para no agotar el mundo de tanto usarlo...
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el verdadero problema de la crisis es la globalización a gran escala, sin control, nosotros mismos nos hemos autodestruido.
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