Todos somos conscientes de que a lo largo de los últimos años (digamos 30 años) hemos asistido a un proceso de descentralización paulatina del estado. Y no me refiero sólo al desarrollo del llamado “estado de las autonomías”, que también, sino incluso a la transferencia de competencias a las administraciones locales.
Más allá de las consideraciones ideológicas de cada uno, mi duda es ¿qué nos está aportando esto como ciudadanos?
Obviamente, con el desarrollo de las autonomías estamos satisfaciendo las demandas de autogobierno de una parte de la sociedad (minoritaria, le pese a quien le pese) y/o de una serie de políticos que aspiran a aumentar su poder (real o ilusorio) a través de la gestión o influencia sobre mayores presupuestos. Hay una demanda, y se está atendiendo… pero ¿qué demanda social subyace bajo la transferencia de compentencias a los ayuntamientos?
También está claro para cualquiera que lo quiera ver, que la organización pública que tenemos ahora mismo cuenta con duplicidades e ineficiencias. Y no me refiero a un ministerio más o menos, que es el menor de nuestros problemas (los ministerios “de adorno” constituyen un problema en tanto en cuanto se les dote de presupuesto “no de adorno”, lo que sinceramente no creo que esté ocurriendo), sino a las estructuras de gestión duplicadas (multiplicadas) entre los distintos estamentos (el ejemplo más claro son las cámaras autonómicas vs. la cámara de diputados nacional).
Por otro lado, aunque generalizar aquí siempre es peligroso, parece que la “calidad” (por decirlo de alguna forma) de los políticos / gestores es tanto más baja cuanto más local es la administración en la que participan. Es cierto que la cercanía ayuda al trato con los ciudadanos, pero, según que tareas, casi mejor dejarlas en manos de gestores profesionales; un ejemplo pueden ser los planes urbanísticos, la ley de costas, etc. Desde que estas funciones han bajado a las administraciones locales, es desde cuando se han multiplicado los famosos “pelotazos” (pelotazos urbanísticos siempre ha habido, claro, pero en los últimos años han sido el “pan nuestro de cada día”). Y esto nos lleva a la proliferación de los casos de corrupción a nivel local… multiplicando el número de administraciones, estamos multiplicando la probabilidad de que aparezcan estos abusos (no sé si realmente existe una relación causa-efecto aquí… pero creo que la tendencia es innegable).
Lo cierto es que hemos pasado de una situación en la que sólo llegaban a alcaldes los más ricos del lugar, a otra en la que cualquiera puede ser alcalde, pero la motivación para serlo no siempre es ayudar a la comunidad…
Una última reflexión: esta descentralización, ¿es requerida por una mayoría (real) de los ciudadanos? ¿o es requerida sólo por aquellos ciudadanos con aspiraciones de aprovecharse de ella? ¿están interesados los ciudadanos de, digamos, Castilla La Mancha, Cantabria o Extremadura, en tener un gobierno autonómico con competencias fuertes? ¿constituye esto alguna ventaja real para ellos?
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martes, 21 de septiembre de 2010
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Supongo que al respecto habrá opiniones para todos los gustos. Yo creo que la idea de la descentralización era necesaria y positiva. Sin embargo creo que la ejecución que se ha hecho con el sistema de autonomías tiene muchos defectos, entre ellos el de la duplicidad de gestión y el chantaje de políticos locales interesados en sus propio crecimiento (ayudados por el sistema electoral vigente)
ResponderEliminarTodo esto se me entendería mejor si hubiera empezado diciendo que mi idea de estado pasa por una república federal.
Salu2