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miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Quién gana y quién pierde con el intercambio libre de archivos en la red?

Seguramente el tema del intercambio de archivos libre y gratuito en la red (también conocido en algunos sectores como “piratería”) sea uno de los temas de discusión más extensos, complejos y borrosos que hay en el mundillo tecnológico. Llevamos hablando de este asunto durante los últimos, no sé, 6 u 8 años, y, a pesar de los distintos intentos que ha habido por ponerle coto (tanto tecnológicos –léase DRM- como judiciales), sigue vivito y coleando.

Quizá la razón de que la situación esté enquistada sea que las discusiones más extendidas (salvo foros muy especializados) se queden muy en la superficie del problema… que si los malos son (somos) los usuarios desgraciados que preferimos algo gratis que de pago, que si los peores son quienes crean páginas con enlaces a contenidos e ingresos por publicidad, que si los ultramalos son la SGAE y los creadores avariciosos que pretenden cobrar por su trabajo… Viendo este escenario totalmente polarizado, de buenos y malos, nos encontramos, a mi juicio, con una foto excesivamente simplificada de lo que realmente está significando a nivel social.

No podemos dejar de ver que, si algún factor que ha generado el despegue de la conectividad “familiar” (entiéndase “familiar” como la conexión fija desde el hogar, para uso personal, no profesional) a Internet, éstos han sido, desde mi punto de vista, dos: las tarifas planas del ADSL y el intercambio gratuito de contenidos. Si somos realistas, vemos que mucha (¿la mayoría?) de la gente que contrata el ADSL lo hace para descargarse películas, música y, cada vez más, libros; pero eso no quiere decir que, una vez conectados, sólo hagan eso…

Es evidente que el hecho de estar (casi) todos conectados ha generado grandes negocios en muchas empresas y grandes beneficios sociales que difícilmente voy a descubrir ahora. No estamos hablando sólo de los beneficios de las operadoras de acceso a Internet, como dice esa visión simplista, ni siquiera de aquellos asociados a empresas especializadas en la red (Google, Facebook y compañía)… gracias a este despegue se han beneficiado la mayoría de las empresas de la mayoría de los sectores tradicionales: los bancos (cómo no), la administración pública, las empresas de seguros, minoristas… prácticamente todas las empresas han obtenido beneficios de su presencia en la red. Pero ninguno de estos sectores habría sido capaz de generar por si sólo la suficiente expectativa como para provocar el despegue de la conectividad en el hogar (ni pensar, por supuesto, en ningún tipo de alianza entre ellos para aunar expectativas en los clientes)… aunque se provechen de ella.

Y sí, es cierto, hay sectores perjudicados por esta expansión. No sólo las industrias musical, audiovisual y, próximamente, editorial (por el camino que llevan, no me cabe ninguna duda); seguro que las propias operadoras de telecomunicaciones han visto muy reducidos sus ingresos por tráfico de voz, las empresas de transporte tendrán menos envíos físicos que mover, y los bares tendrán menos clientes porque hay quien prefiere ligar en el Facebook… Pero creo que estas evoluciones siempre traen consigo grandes beneficios y algunos perjuicios; estoy seguro de que la popularización del teléfono castigó a los carteros, la popularización del coche castigó a los trenes y así sucesivamente… es la vieja idea del video killed radio star, o también de que no hay monedas de una sola cara.

Restringir seriamente el intercambio de archivos hace cuatro o cinco años seguramente habría sido más fácil que ahora… pero posiblemente también habría desincentivado la conectividad a la red y habría, por tanto, frenado seriamente el desarrollo de esto que llamamos “sociedad de la información”. Seguramente, poco a poco, se conseguirá rectificar esta situación y paliar los perjuicios (más por cambio social que por imposición judicial o tecnológica); quienes seguís este blog sabéis que mi opinión es que los propios sectores perjudicados deben reorientarse más o menos solos para sobrevivir… Continuar focalizando sus iras contra los usuarios, las páginas de enlaces, los servidores de descargas o incluso las operadoras es continuar ignorando la profundidad real del problema al que se enfrentan, los ingentes beneficios que realmente están generándose a partir de su pérdida y el motivo real del poco apoyo social con el que cuentan en sus protestas.

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7 comentarios:

  1. Mi opinión es muy parecida a la tuya. Aunque, a decir verdad, todavía me estoy formando una al respecto :o)

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  2. Estoy de acuerdo en que la descarga de contenidos fue y sigue siendo un motor para atraer a cada vez más gente a la red. Sin embargo creo que no fue el único y que además esto está cambiando.

    Cuando yo me conecté por primera vez a internet en casa prácticamente no existía la descarga de contenido ya que una conexión por modem no daba mucho de sí. Lo que realmente me enganchó fue el IRC (parece increible ahora). Era la fascinación de poder conectar con cientos de personas de una manera tan fácil.

    Hace unas semanas mi madre (60 años) se conectó a Internet y no fue precisamente para descargarse todas las temporadas de Lost, sino porque sus amigas están todas en Facebook.

    La facilidad de conectar es, para mí, el verdadero motor de la red. Si realmente conseguimos hacer funcionar modelos de subscripción de contenidos a precios asequibles las descargas pasarán a un segundo plano, sin embargo las posibilidades de seguir conectando en la red seguirán aumentando y sorprendiendonos cada día más.

    La distribución de contenidos tiene que pasar por el streaming directo a la televisión, centro indiscutible de entretenimiento para la familia, sí o sí. Lo que nos queda por ver es cuando y a que precio

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  3. Creo que el principal problema es que se generó durante los ochenta y noventa una industria del ocio que generaba grandes ingresos con cosas de una calidad dudosa (hablo de música, cine y libros) y ahora, con todas las formas de intercambio de contenidos, ese dinero que antes entraba, pues ya no lo hace.
    Sin embargo leía hace unos meses en un diario británico (no sé ahora si era el Tribune o el Herald, lo que sí que recuerdo era que el medio es importante y serio) donde sacando cifras puras y duras resulta que el incremento de las descargas se ha traducido en mayor afluencia a los conciertos, en el caso de la música, y en el caso de cine y libros que los que más descargan son los que más compran... después de cribar.
    El problema, lo de siempre: en una industria que se ha acostumbrado a que sin hacer nada sus beneficios son de millones, ahora no ven maneras de conseguir esos ingresos brutales que, desde mi punto de vista, durante casi dos decadas eran algo demasiado grande y estaba abocado a disminuir (que no desaparecer).

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  4. Gracias a Internet he descubierto muchos grupos que seguramente nunca hubiera conocido en tiendas, a he ido a conciertos por los que no me hubiera interesado si no hubiera conocido a esos grupos.

    Ahora el público tiene más información, más cultura, así que es más selectivo con lo que quiere: si voy al Corte Inglés y veo el último disco de AC/DC a 25 euros obviamente no pienso pagarlos por más que me guste AC/DC. Sin embargo, si puedo comprarlo en una tienda inglesa a mitad de precio, en la misma página del grupo o me lo puedo bajar de Internet para poder ahorrarme ese dinero e invertirlo en ir a un concierto... Las posibilidades ahora son múltiples.

    Las empresas que se lucran con la venta de música nos quieren convencer de que somos malos malosos y que estamos arruinando la música... ¿La música o sus bolsillos? Porque Radiohead, recientemente, empezó a regalar mediante su página web su último concierto, y en 2007, con la venta de su último album, recaudó en DONACIONES, ya que el disco era gratis, más de 10 millones de dólares, aparte de lo que ganaran en conciertos.

    Es curioso que algo tan puntero como Internet obligue al artista a volver a los orígenes de su profesión: recorrer las carreteras mundiales dando conciertos y cantando, es decir, TRABAJANDO. Claro, a mí también me gustaría hacer una cosa que tenga éxito y vivir 20 años sentadito en un sillón a costa de una cosa que hice una vez hace 20 años... ¿No es una injusticia?

    En fin, gracias por vuestra atención.

    Atentamente, un creador.

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  5. "Los músicos vivirán de los conciertos" es una afirmación sin análisis, más útil al marketing de la piratería, que verdadera y demonstrable:

    http://works.bepress.com/cgi/viewcontent.cgi?article=1001&context=mark_schultz

    1) No se puede partir tan alegremente del supuesto de que componer o escribir no es TRABAJO y que tocar en vivo sí lo es. Quienes eso afirman de seguro nunca han compuesto ni escrito nada en sus vidas.

    2) El rubro de negocio no es el mismo. El rubro de la música grabada es en monto de inversiones, ventas y puestos de trabajo directos e indirectos inmensamente superior al del rubro de la música en vivo y por tanto nunca va a poder ser absorvido por este último. Afirmar esto es como creer que la pesca deportiva con cordel en algún momento podrá reemplazar a la pesca de altura industrial para abstacer el mercado de pescado de un país.

    3) La música en vivo puede ser importante fuente de ingresos sólo en los casos de los artistas top o megaestrellas, ya posicionados en la mente de consumidor. Pero en la clase media y baja del artista, es decir, su gran mayoría, ello no sucede así.

    4) Un grupo de indie rock, por ejemplo, radicado en Barcelona pero con una base de fans obtenida a través de la red en toda Iberoamérica, está simplemente imposibilitado de girar a 50 ciudades para dar conciertos a unas mil personas por plaza, por una elemental cuestión de gastos. Perdería dinero y no lo haría. Sí podría en cambio grabar diez temas y venderlos a 0.50 euros por internet cada uno a estos 50,000 fans. Aunque los fans sólo adquiriesen la mitad de la oferta, el grupo habría ganado 125 mil euros con su trabajo de un año. Algo perfectamente justo. pero...

    5) La teoría y espíritu del dospuntocerismo español impide por principio pagar por contenidos. Ni siquiera pagar 0.50 euros a un grupo autogestionado es válido porque no se trata de un grupo de indie rock ofreciendo el producto de su trabajo sino de dos supuestos "amigos" "compartiendo información".

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  6. A todos, gracias por comentar.

    @Anónimo: ¿Que no se paga por contenidos? Pregúntaselo a Apple. Por supuesto que se paga. Lo que ha cambiado es que la mayoría de la gente ya no paga 20€ por un disco con un par de canciones buenas y ocho más impresentables. De eso hablamos cuando nos referimos a artistas apoltronados; de eso hablamos cuando nos alegramos de que a ese tipo de "artistas" se les haya acabado el chollo.

    Los otros, los que aún no han llegado a la cima, tienen todavía más oportunidades de promoción.

    Pero estoy seguro de que quienes se esfuercen por ofrecer un producto de calidad a un precio justo seguirán vendiendo grabaciones porque la gente reconocerá su trabajo.

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  7. ... ¿Y cómo distingues a los "artistas apoltronados", como los llamas, de los que no lo son? ¿Cuál es el criterio? ¿Es un criterio compartido? ¿Es objetivo? Los que se aprovechan de las descargas ilegales, ¿bajan sólo contenidos que no perjudiquen a los artistas "que aún no han llegado a la cima"? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Hasta que llegan? ¿Y quién lo decide? ¿Esperan que alguien crea que sólo bajan contenidos que no perjudiquen a los artistas más desfavorecidos? Y una vez más, ¿con qué criterio?

    La situación del arte, la música y la literatura es compleja, y habrá que discutir ampliamente todos los problemas y puntos de vista. Pero no se soluciona con afirmaciones lapidarias. "...quienes se esfuercen por ofrecer un producto de calidad a un precio justo seguirán vendiendo grabaciones porque la gente reconocerá su trabajo" suena muy bien así en general, pero no es verdad. ¿Quién medirá ese esfuerzo? ¿Y la calidad? ¿Y el precio justo? ¿La gente reconocerá su trabajo... y no lo descargará ilegalmente? ¿Qué gente? Mientras exista la posibilidad de descarga gratis es ingenuo pensarlo.

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