Donde las toman, las dan

Reconozco que he estado evitando el tema judío-palestino desde que empecé este blog, a pesar de ser claro (y digno) candidato para una observación. Y lo he estado evitando porque tengo la impresión de que la complejidad del asunto excede con mucho mi limitada visibilidad y mi capacidad de análisis geopolítico (qué bien me ha quedado).

Reconozco también que llevo tiempo tratando de "elegir un bando". Tal vez, desde mi visión un tanto "izquierdosa" de lo que debería ser nuestra sociedad, el lado palestino parece el más adecuado... incluso el más fácil. Porque suele ser más fácil identificarse con el más débil, el más pobre, el oprimido... a uno le queda la conciencia como más tranquila.

Sin embargo, probablemente, el pueblo judío sea el que más golpes ha llevado a lo largo de la historia de la humanidad. Y es que, desde que aquel faraón les expulsó y tuvieron que abrirse paso (de una manera un tanto exótica) por el Mar Rojo, parece que no han dejado de dar tumbos por el mundo, sufriendo las iras de unos y de otros, pagando patos que no eran suyos. Por fin, después de los terribles desmanes que sufrieron por los nazis, parece que el mundo (casi) entero se sintió en deuda con ellos y miró para otro lado cuando decidieron invadir una tierra que reclamaron con suya sin serlo (¿alguien se imagina que volviéramos a reclamar Cuba porque un día, no tan lejano, fue propiedad española?).

Y el mundo (casi) entero siguió mirando para otro lado cuando, utilizando sus influencias en los USA, el pueblo judío comenzó a hacerse sitio a codazos entre los árabes. Y de los codazos pasaron a las patadas, y luego a los cabezazos... y mordieron, arañaron y escupieron... Y pasaron de víctimas a verdugos, de débiles a abusones, como si, después de tantos años de sufrir en carne propia los abusos ajenos, hubieran adquirido una experiencia infame para hacerle lo mismo a otros.

Por otro lado, no conviene olvidar que los palestinos, los oprimidos, han utilizado el terrorismo sin demasiados remilgos a lo largo de los últimos años. No debemos olvidar que Arafat, mítico luchador por la libertad de su pueblo y venerable anciano en sus últimos días, utilizó el terrorismo en su juventud sin demasiado empacho. Tampoco parecen dudar en lanzar a sus jóvenes y niños contra los soldados (¿para hacerles parecer aún peor de lo que ya son?).

En mi opinión creo que deberíamos desmitificar este conflicto. Como en casi todos los enfrentamientos, no hay buenos ni malos, no hay ninguna parte que haya jugado limpio, no hay "hermanitas de la caridad" aquí. Sólo tenemos dos partes, dos pueblos, utilizando todas las armas a su alcance para hacerse con un trozo de tierra al que consideran que tienen derecho (y cuando digo "armas" no me refiero sólo al aspecto puramente bélico, sino también, cada uno a su manera, al chantaje emocional al resto del mundo).

¿Qué solución tiene esta situación, entonces? Pues la misma que aplicamos cuando dos niños se están peleando: que alguien más grande y más fuerte coja a cada uno por una oreja y les separe por la fuerza. Durante un tiempo estarán enfurruñados, pero a la larga, será bueno para ambos.

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