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martes, 19 de octubre de 2010

Pantoja, Esteban, fama y ambición

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Acabo de escuchar (por n-ésima vez, lo reconozco) una canción de Sabina de hace un montón de años que me encanta; se llama "Qué demasiao" y habla de un tipejo marginal ("tatuado y suburbial, hijo de la derrota y el alcohol") que después de cometer un montón de tropelías termina con dos (no, creo que eran seis) tiros en el cuerpo, pero encantado porque "de esta me sacan en televisión". Se nota que tiene un montón de años porque, siendo de Sabina, soy capaz de entender de qué va (con las de ahora es imposible).

Pues no sé por qué, pero al oir ese final me acordé de Belén Esteban, y el último circo mediático (qué bonita expresión) en el que anda metida; bueno, seguramente se metió hace muchos años (ni ella se acordará de cuántos) y aún no ha sido capaz de salir."La princesa del pueblo", la llaman aquellos que están gestionando su nueva carrera mediática, entiendo que por su capacidad para hacer que el público empatice con ella y sus problemas... esos problemas cotidianos, cercanos, casi vulgares; por algún motivo, atractivos. Su cara demacrada por la mala cirujía y la enfermedad crónica.

Y también me acordé de Isabel Pantoja y sus recientes desfiles de moda delante de los juzgados. Acosada por el populacho y los periodistas carroñeros (dicho sea sin ánimo de ofender... lo de "periodistas", quiero decir), con su cara de circunstancias, fría, sus sempiternas gafas grandes y oscuras de avezada jugadora de póker; esa pose calculada al milímetro que transmite justo lo contrario que el caso anterior: ausencia total de empatía. Lejanía. Superioridad. Cara perecta, seria, implacable.

Parece que Telecinco hizo una encuesta hace unas semanas cuyo resultado apuntaba a que, en caso de presentarse a las próximas elecciones generales, Belén Esteban obtendría un escaño. He hecho referencia a este hecho varias veces en este blog, siempre mostrándome en contra... pero he recapacitado. Después de todos los casos de corrupción política que se están destapando en los últimos años, creo que Belén Esteban no es menos que esa gentuza, y que tiene todo el derecho a presentarse, y a conseguir su escaño. Posiblemente eso sólo beneficie a este país en el hecho de que, como el número de diputados es finito, alguno de los otros se quedará fuera... y eso que nos ahorramos. También nos beneficiará el hecho de que sabemos de dónde saldrán los fondos para su campaña (de Telecinco, claro), y de que tampoco causará más daño en el parlamento del que pueda estar causando ahora en las tertulias a las que asiste.

Obviamente, la Pantoja no conseguiría nunca ese escaño. El público quiere verla en la arena del circo, sudando, sufriendo, peleando por toda la buena vida que ha llevado... aunque parte de ello lo haya conseguido con un trabajo legal y digno, como es el de cantante (mejor no hablemos de "la otra parte").

Seguramente hay que estar hecho(a) de una pasta muy especial para pasar por todo lo que están pasando estas dos personas (igual hemos olvidado que son personas) para conseguir sus metas comunes: fama, reconocimiento, cómo no, dinero. Entiendo lo último, el dinero, pero, ¿qué ganan realmente con la fama? ¿qué beneficio les comporta salir en televisión todos los días? ¿obtienen alguna ventaja real, sustancial, del hecho de estar, como suele decirse, "en boca de todos"? ¿No son mayores los inconvenientes de estar bajo "la lupa" de la prensa de manera constante?

El sufrimiento de la Esteban vs. el sufrimiento de la Pantoja. Cara y cruz. Héroes o villanas. Pasen y vean.

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2 comentarios:

  1. Creo que se lo toman como un trabajo más. El día que no quieran salir en TV, dejarán de hacerlo. Te acuerdas de la Obregón, del Padre Apeles, y de mil monigotes más?
    Salu2

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  2. Ése tipo de fama es efímera. Que la disfruten mientras sean jóvenes. La auténtica fama es la de los que traspasan los andares del tiempo. Gente como Galileo, Newton, Platón... ésos sí que son famosos de verdad porque se lo merecieron.

    Un saludo.

    ResponderEliminar

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